Cossete

Las olas atacan a la isla con un ímpetu voraz, pero ella parece inmune a toda clase de hostilidad. Su consuelo es simplemente ser morada de bellas avez migratorias.......

Friday, March 28, 2008






















































Y finalmente nació Andrés Mauricio, otro miembro más de la familia y nacido en el mismo lugar donde comenzó la estirpe de los Montoya: la casa vieja de Andalucía.
Nació varoncito y eso nos alegra a todos, porque es de saber que esta familia es de predominancia femenina, hay pocos hombres Montoya, pero los pocos que nacen salen hombres de verdad (y bien plantados, como yo, ajajaja). Esta semana santa fue casi toda la familia a conocerlo y a cargarlo, y el hombre relajado, claro, que se peleen las niñas por tenerlo a uno en los brazos ya es un buen indicio. Pero a laurita es a la única que no se lo dejan cargar mucho y eso a ella le da rabia y es entendible porque que no le dejen cargar a uno el hermanito es fregado.
Ahhh… pero es que laurita a sus 6 añitos es el demonio en calzoncitos y de pronto es por eso que Lorena, la mamá, le da miedo que sin querer le haga algo al niño. Laurita es el fiel prototipo de niño Montoya pero con la característica llevada al extremo. Para que sepan, la característica del niño Montoya es: desobediente, inquieto o mejor dicho “jodón” e indeseable.
Me duele decir esa última palabra pero es verdad, con decirles que de pequeño, cuando iba a Andalucía, Lorena me decía “terremoto”, y le decía a mi mamá que ella con migo estaba pagando un Karma, y es que cuando me regresaba para Cali, ya había quebrado una o dos materas de mi tía o cualquier porcelana de la sala, además, siempre me venía insolado porque montaba bicicleta con el sol de las 2 de la tarde a escondidas de mi mamá entre otras cosas. Pero bueno, en todo caso laurita es peor, ha aguantado cualquier cantidad de pelas y sigue mucho más desobediente. Otra tía dice que esa muchachita ya se curtió y que ya no hay pela que valga, y es verdad, pero también es cierto que cuando le da la gana ella puede ser un amor completo. Y sale con unas…. El sábado estábamos comiendo y no me acuerdo porque fue que Lorena la regañó y la miró mal, y ella fue diciendo “no me mire asiii.. que parece un tigre..” y todos soltamos la risa… ahhy no, laurita si no va a cambiar nunca, dice la mamita.

Mi mamá dice que a Andres Mauricio se le ve en la carita que va a ser tremendo y que ese par le van a ser hasta pa verder a Lorena… pero yo digo que es normal, y si mi mamá se ha aguantado hasta ahora las peleas de mi hermana y yo que somos de 23 y 20 respectivamente, porque no se va poder aguantar Lorena ese mismo Karma.

De todas maneras el nuevo bebé está muy lindo y le da un nuevo aroma a esa casa vieja, un aroma que es agradable al olfato de los grandes y que recuerda viejos tiempos. Si mi mamita estuviera viva estaría muy contenta porque a los únicos nietos varones que pudo ver ya la acompañan a ella en la eternidad. Me doy el lujo de decir que soy el mayor de los nietos varones de quien fuera doña Ana

Que el señor proteja de todo mal y peligro a Mauricito y que crezca fuerte y sano. Que la vida lo trate bien y que se vuelva inquieto y fastidioso, que tenga el gusto de rasparse las rodillas montando bicicleta y que sea un niño berraco, que sea un hombrecito bien parado.

(este post no tiene nada que ver con el anterior)

Wednesday, March 19, 2008

Cosas de la vida.

Un papel confirmó las sospechas de Marcela. Todos esos días de maluqueras, vómitos y nauseas eran los síntomas de algo que ya había predicho la abuela y que al fin y al cabo no era necesario demostrarlo con un certificado médico. Marcela cumplía su cuarta semana de embarazo y la noticia le dio una bofetada que la dejó con tembladera por varias horas en medio de espesos vómitos que ahora no se sabia si eran producto de su estado de gravidez o por el desasosiego del momento; un desasosiego que la tenía con los nervios de punta, pero que, sobre todo, le punzaba el cerebro por la incertidumbre de la respuesta de Carlos.

Realmente, enterar a Carlos de que iba a ser padre era lo que le quitaba la tranquilidad al espíritu de Marcela, pero en un relámpago de coraje se sintió resuelta a pararse firme delante su hombre y decirle sin titubear: Carlos, vamos a ser papás. Así que lo llamó con un acento de seriedad y lo citó de carácter urgente en la noche a su casa.
El momento llegó y Marcela tuvo que bajar con dos vasos de agua esa masa de nerviosismo asentada en su garganta. Cuando estuvieron frente a frente, ella se dio cuenta de que le faltaba valor para modular cualquier palabra, y no siendo capaz de hablar, su inconciencia optó por divagar y pensó en ese instante que si él negaba haber sido el artífice de la obra maestra que ella llevaba en su vientre, algo por dentro la fulminaría de súbito y la dejaría muerta en la mitad de la sala.
- ¿Qué te pasa Marce?.. estás repalida.
- Carlos, estoy embarazada.
A Carlos se le detuvo por un segundo el latir de su corazón y después sintió que éste latía con demasiada fuerza en su cabeza y le zumbaba en los oídos. Se dirigió a la ventana trastrabillando entre los muebles y lo embargó una tembladera incontrolable. Luego miró a Marcela y la sintió temerosa y con ganas de llorar; sentada en el sofá, se frotaba las manos en una especie de revuelo emocional, aguardaba con impaciencia una respuesta a lo que, en si, no era una pregunta, más bien necesitaba que Carlos le definiera su situación antes de que su sistema colapsara , pero lo que escuchó después la confundió aún más: Carlos soltó una carcajada y se tapó la boca, hasta ahí, Marcela se encontraba en una dicotomía indescifrable, pero cuando él la abrazó y le asestó un beso más tierno que apasionado en la boca, ella vislumbro, talvez con su sexto sentido de mujer, un destino maravilloso y la cara de un bebé feliz.
- Marcelita, no tengás miedo mi vida que no vas a estar sola. Yo voy a estar ahí para darte besitos en la barriga y decirte todos los días al oído que te quiero mucho. Y ya dejá de tiritar que me pones nervioso.
Marcela respiró profundo y se aferró con fuerza al torso de Carlos. Sintió que le volvía el alma al cuerpo y que ya no estaba a la deriva, que las cosas de allí en adelante iban a estar bien y nada malo le pasaría estando a la vera de su amado. Dio gracias al cielo por estar en embarazo y se fundió en un largo beso en los labios de Carlos.

Ocho meses, tres semanas, un día y cinco horas tardó en fraguar y tomar forma la nueva criatura que, con dolor pero con mucho de fervor, pariría Marcela en la alborada de un día que se veía promisorio a través de las ventanas del hospital. A eso de las 6:10 a.m, en conmemoración del verdadero amor, fue presentado al universo, con un gemido de fatiga expulsado de lo más profundo de las entrañas de la nueva madre, un varoncito espectacular que con su llanto irradiaba buenas energías en toda la sala de urgencias. Una criatura formidable y tan llena de vida que el simple hecho de verla era una bendición. Así lo pensó Carlos cuando lo contempló en el regazo de Marcela y descubrió, con lágrimas en las mejillas, que Dios existe. Para Carlos, ver a Marcela y a el bebe en esa postura era un sentimiento premonitorio de tiempos pasados, algo con lo que había fantaseado vaga e inconcientemente quién sabe desde cuando, pero que ahora parecía el cumplimiento del anhelo más importante en su vida. La imagen de su primer hijo era como una brisa salubre para él y una renovación exhaustiva de su espíritu que en ese instante le susurraba al oído diciendo le que finalmente había atracado al puerto de la felicidad y que a partir de ese día, era un ser humano completo. De esta manera se dio cuenta de que por su mujer y el bebé, él lucharía, viviría y moriría el resto de su vida.

Esa noche, y muchas noches después, Marcela y Carlos planearían en sus sueños como ser mejores papás. Ambos tenían una vocación de padres abnegados que la llegada del bebé y los cambios que esto supuso en sus vidas fueron aceptados como una forma para proporcionarle afecto. En resumidas cuentas, la vida nunca fue tan serena para este par como cuando comenzaron a conferirle una preeminencia sacra a su hogar. Tanto así, que muchas noches después, ambos dejarían de tener sexo para comprometerse a hacer el amor. Ellos habían encontrado la clave para no sucumbir ante la prueba del tiempo y para mantenerse a salvo de las vicisitudes de sus comportamientos. Sin pensarlo, los tres resolvieron la ecuación de la buena vida en familia y fueron felices por mucho tiempo.

Monday, March 10, 2008

De lo que tengo ganas.......

Si me preguntas de qué tengo ganas pues te respondería que de muchas cosas…. En realidad tengo ganas de mil cosas en mi cabeza, pero más que todo tengo ganas de:
Tengo ganas de volver a correr los 100 metros en once segundos.
Tengo ganas de subir al cerro de las tres cruces en media hora.
Tengo ganas de subir al cerro con mi papá, así mi mamá diga que él ya no está para esos trotes, y preguntarle cosas que no he tenido tiempo de preguntarle.
Tengo ganas de subir al cerro con Ludwing para meditar y evocar tiempos pasados.
Tengo ganas de subir al cerro solo y por el camino más largo para llorar mi soledad.
Tengo ganas de fumarme un cigarro y redescubrir ese saborcito que hace rato no siento en mi boca.
Tengo ganas de fumarme ese mismo cigarro echado en una de las bancas de san Antonio.
Tengo ganas de fumarme otro cigarro echado en la mitad del circulo de la loma de la cruz mientras está vacía.
Tengo ganas de leerme un libro entero de Doris Lessing.
Tengo ganas de leerme un libro entero de Orhan Pamuk
Tengo ganas de leerme otro libro de García Márquez.
Tengo ganas de dormir un jueves hasta las doce y no ir a la universidad
Tengo ganas de invitar a Julio(un loco de por la casa) a desayunar en la panadería de allí abajito y hacerle una entrevista en profundidad.
Tengo ganas de tomarme un cafecito con una puta de san Nicolás y preguntarle sobre los rigores de su puta vida.
Tengo ganas de tomar un bus para Boyacá y volver a recorrer los verdes y empolvados caminos de Otengá.
Tengo ganas de tomar un bus para Andalucía y mirar crecer a los Antúrios vino tinto de mi tía mientras ella lava la ropa.
Tengo ganas de tomar la foto más bacana que nunca en la vida he tomado.
Tengo ganas de ayudar a alguien.
Tengo ganas de sentirme fuerte.
Tengo ganas de sentirme débil.
Tengo ganas de ser un ser humano excepcional.
Tengo ganas de ser un ser humano más sencillo.
Tengo ganas de ir a piscina.
Pero sobre todo tengo ganas de sacarle punta a este lápiz para seguir escribiendo....