De la existencia

Esa persona me ha dicho que a veces existe completamente y es cuando su imagen se ve nítida y su carne está más viva que de costumbre, es entonces cuando se siente extraña y cree que alguien más habita en ella. Me ha dicho que otras veces existe medianamente y apenas si logra mirarse y percibirse, y que hay otras veces en las que, simplemente, no existe. La he seguido de cerca sin que lo note y he observado cada paso que da. Hoy esa persona estuvo tan callada y distante que parecía estar en esos días en los que no existe de lleno, en esos días en los que su soledad la acompaña casi en persona y por momentos la lleva a dar paseos a otros mundo mejores en los que pastorea unicornios alados y corre libre por lagunas diafanas, pero cuando vuelve se deprime. Hoy, al terminar la tarde, trate de ver a esa persona a través del reflejo de una ventana y me sorprendí cuando solo vi su imagen borrosa que se iba atenuando, sentí pena y antes de que pudiera derramar una lágrima, ella había desaparecido. Me parece que viajó con su soledad a los más tristes mundos del pensamiento; ya ella me lo había dicho: no soy de este mundo, creí que eran patrañas pero ahora lo compruebo. Alguna vez me había descrito uno de sus mundos del pensamiento, me decía que era una isla perdida en el pacífico en la que reposaban espíritus de artistas ascetas y que solo en esa isla estaba el inventario más grande de obras musicales, pictóricas y esculturales y que aquellas esculturas tenían más vida que la que podía tener un hombre del mundo real. Me pregunto ahora si estará en ese lugar.